Bueno,
pues estamos hablando de la última prueba del año a la que vamos a asistir, en
este caso en Almería, organizada por el Club
La Desértica del Tercio de la Legión, y que promete ser tan entretenida
como su “prima” de los 101 de Ronda. No
solamente vamos a participar mi hermano y yo como viene siendo habitual, sino
que nos acompañan los “Felipes”, padre e hijo, y allá que nos presentamos en la
salida los 4, mientras que Lucky, el otro “gigante” que participa, llega un
poco rezagado y sale en las últimas posiciones, aunque eso no quita que nos
adelante en los primeros kilómetros y nos “quite las pegatinas”.
Los
momentos previos a la salida, aprovechamos para saludar a algunos amigos,
Emilio, Javi, Willy, y los nervios se entremezclan con la emoción cuando el
speaker empieza a saludar y a animar a los 2.500 bikers que vamos a disfrutar
de la prueba.
Tras los discursos por parte de las autoridades y el cañonazo
(literal) de salida, nos ponemos en movimiento, los primeros kilómetros pasan
volando, rodamos a casi 40 kms/h. en el pelotón de cabeza, tenemos las ganas y
la ilusión por las nubes, tanto mi hermano como yo, hemos llegado en un estado
de forma aceptable, (bueno, yo no tanto) y nos marcamos un objetivo de 7 horas
para finalizar. Cuando ocurre lo que todos intentamos evitar, circulando por
las calles de Almería, aún siendo el tramo neutralizado, se produce un
enganchón entre varios ciclistas y uno de ellos, le pega en el manillar a mi
hermano y va al suelo todo lo grande que es, yo circulo a su izquierda y lo veo
perfectamente, con cuidado por la velocidad y el tumulto me aparto más adelante
en la acera y me voy corriendo, temiendo lo peor, el golpe ha sido brutal, y
además en asfalto, por la cabeza pasan mil pensamientos y el primero es que ya
hemos acabado aquí nuestra prueba. Por suerte, cuando llego a él, se levanta
dolorido, el culote y el manguito derecho rotos, pero por suerte la bici está
perfecta y no tiene nada grave salvo el susto y el golpe en la cadera y el
codo, así que le pregunto si seguimos y me dice que sí, por supuesto, no hay
ninguna fractura a la vista y puede mover todas las articulaciones, no se hable
más.
Obviamente,
hemos perdido el pelotón de cabeza y vamos a nuestro ritmo, la cabeza se activa
y se pone en modo ON, para ver lo que nos espera, seguimos dentro del pelotón,
pero mucho más atrás, y nos acoplamos al ritmo de los que nos rodean, aún así,
intentamos aprovechar el asfalto para recuperar posiciones, pero se hace
difícil y decidimos ralentizar un poco los nervios y tomarnos las cosas con más
calma, así dejamos a nuestra espalda la ciudad de Almería y pasamos del asfalto
a los caminos de tierra y piedra, avanzando hacia el cuartel de la Legión, por
donde pasamos, y entramos en un terreno totalmente seco y con aspecto de
cantera, no existe más que tierra y piedras, aun así es perfectamente ciclable,
pero claro, hay muchos compañeros que ponen pie a tierra y hay que andar con
mil ojos para no caerse, el paisaje tiene poco que ver, o mucho, depende de lo
que vayas buscando, lógicamente el color predominante es el marrón, es muy
difícil encontrar algo verde, salvo las hojas de algunas palmeras y algún
arbusto bajo, y me acuerdo de los paisajes vividos en la Titan Desert, y en
verdad, que se asemejan mucho, el nombre de la prueba es muy acertado, aquí
llegamos a la primera cuesta de verdad, y se produce un embotellamiento debido
a todos aquellos que ponen pie a tierra, el firme es muy roto, hay muchas
cárcavas y arroyos, que unido a lo suelto del terreno, hace muy difícil
mantener el equilibrio, así que hacemos lo que todo el mundo, subir a pie un
pequeño tramo de 200 metros.
Una vez encima de nuevo, seguimos ascendiendo,
desde que salimos al nivel del mar, no hay muchas más opciones, el caso es que
en 25 kms. hemos ascendido 450 mtrs. O sea, que las piernas ya están
calentitas, de momento, mi hermano sigue dolorido, pero sin problemas, no tiene
ninguna molestia añadida, y seguimos rodando juntos. Pasado el pueblo de Los
Baños de Sierra Alhamilla, se inicia un descenso vertiginoso por una carretera
secundaria asfaltada que dejamos a los pocos kilómetros para volver a coger una
pista que nos emboca al cauce seco de un arroyo y por el que vamos a rodar
hasta llegar a Pechina, por aquí los pueblos me recuerdan a los de la serranía
de Ronda, calles estrechas y con algunas cuestas bestiales que te ponen el
corazón en el manillar, lógicamente vamos comiendo y bebiendo, la temperatura
es agradable, algunas zonas en las que pega el sol, hace que pasemos algo de
calor, pero se soporta bastante bien, a pesar de lo árido del terreno, y por
supuesto, los avituallamientos son numerosos, con lo que hay que ser muy
descuidado para sufrir una pájara, agua, isotónica, plátanos, naranjas, y en
algunos casos, hasta alguna bollería, o sea, que bien surtido para seguir
avanzando.
Tras
pasar esta población coincidimos con Javi Barry, otro amiguete y rodamos un
rato con él, hasta que por las circunstancias del terreno, lo perdemos de
vista, y tenemos el segundo percance del día, la bota derecha de mi hermano,
quizás a consecuencia de la caída, se queda trabada y no puede sacarla del
pedal, paramos a intentar solucionar el problema, había perdido un tornillo y
se movía, así que tiramos de herramienta y logramos apretar el otro tornillo
que queda para que pueda salir sin problemas del pedal, porque será muy
conveniente dadas las características del terreno que estamos rodando.
Al
final el día va pasando y los kilómetros se acumulan uno detrás de otro, sin
embargo, el ritmo que llevamos es bastante bueno, aunque mi hermano va como un
tomate aporreado y los dolores van en aumento, y el terreno precisamente no
ayuda a que se mitiguen porque el codo con tanta piedra se las hace pasar
canutas.
Yo tengo un catálogo para las cuestas duras, y las llamo, de caracol, de lagartija y las de muertos vivientes, como todos os podéis imaginar, dependiendo del biker que suba por la cuesta, tiene un nombre u otro, “caracol”: biker lento, mordiendo el manillar y dejando tras de sí, un rastro de sudor; “lagartija”: biker que va haciendo eses y con el corazón en la boca, retorciéndose sobre la bici para no perder el equilibrio y avanzar por esa cuesta que suele tener un porcentaje cercano al 20% o superior; “muerto viviente”: creo que hay poco que explicar, esas cuestas suelen estar pobladas por bikers empujando la bici y preguntándose en qué narices estaban pensado cuando se inscribieron a la prueba.
A
estas alturas, ya llevamos un par de las de caracol, pero es que en
unos 40 kms. estamos subiendo una de lagartija justo después de un
avituallamiento, ahora, también es verdad que las vistas y el paisaje es
espectacular, y aprovechamos incluso para hacernos una fotografía y disfrutar
del entorno.
Volvemos
a retomar nuestro pedaleo y seguimos avanzando, tanto en distancia como en
tiempo, los pueblos por los que cruzamos coinciden en dos cosas, uno que suelen
ser muy pequeños pero con encanto, y dos, que tienen unas cuestas para caerse
de espaldas, y oye, que todos son de subida. Desde el km. 42, todo lo que
tenemos por delante hasta el 75 es de sentido ascendente, bien es verdad que
hay algunos respiros, pero se nota en las caras de los compañeros que va
pasando factura el cansancio, menos mal que la temperatura es muy llevadera.
Así,
vamos alternando entre algún sendero y alguna pista de un firme muy irregular
hasta llegar a Enix, según el track ahora viene lo complicado, y lo que nos
parecía duro hace unas horas, ahora se vuelve matador, el terreno más abrupto,
los single track que recorremos hacen que tengamos que ir en fila de a uno y en
algunos casos incluso a pie, los porcentajes que marca el GPS rondan entre el
22% y el 24%, llevamos 6,5 horas de pedaleo y alcanzamos lo que se llama El
Marchal de Antón Lopez, aquí se encuentra otro avituallamiento y reponemos
fuerzas por enésima vez, y a la salida de este pequeño pueblo, nos encontramos de frente con la subida más
dura del día, pasamos de 800 mtrs a 1.200 en escasos 4 kms. y una rampa de
hormigón rallado similar a nuestra conocida del Soplao “El Negreo”, y como si
ascendiéramos las colinas de una mina, se ven brillar los compañeros que van
delante nuestro haciendo unas “zetas” interminables por la ladera que tenemos
frente a nosotros, en algún tramo, es inevitable poner pie a tierra y subir
como se puede incluso levantando la bici, porque el terreno está demasiado
roto, pero sabemos que cuando lleguemos arriba se acaba el sufrimiento, desde
la cima será todo bajada, o eso esperamos, y con los ánimos bastante elevados y
alternando chistes y comentarios con los compañeros, llegamos al techo de la
prueba, donde en un pequeño rellano, aprovecha todo el mundo para ponerse el
chubasquero o el cortavientos y esperar a los amigos para reagruparse y
comenzar el descenso para encarar la recta final.
La
bajada es bestial, tanto o más como la subida, como siempre, qué voy a decir,
bajamos en vuelo rasante pero con cierta precaución porque los caminos están un
poco sueltos, aún así en los primeros 5 kms de bajada alcanzo una velocidad
máxima de 65 km/h. (“pa’bernos matao”).
Y llegamos a Felix, la última población
que cruzaremos, aquí sigue la bajada, pero a partir de la población, lo que nos
encontramos es la parte divertida del día, una senda flipante, con virajes,
cambios de dirección, rodeada de arbustos y vegetación, algún pequeño desnivel
inesperado…y todo bajada, jejeje. Lo dicho, disfrutando como un crío, hasta que
un compañero que iba delante aterriza de emergencia y nos obliga a parar a
todos, por suerte sin ninguna gravedad, solo el susto y revolcón, pero es
cierto, que el tramo que nos espera no está para florituras ni malabarismos y
todo el mundo baja a pie, así hasta que cruzamos un arroyo con cierta pendiente
y me lanzo de nuevo, con la mala suerte de pegar un llantazo con la rueda
delantera y perder presión, así que informo a mi hermano que viene detrás y en
un claro del terreno paramos a darle aire a la rueda, estamos a menos de 10
kms. de la meta, creo que aguante, y puesto que todo es bajada, le damos “caña
al mono” y aparecemos en el último puesto de avituallamiento, ya en las afueras
del polígono de Roquetas, donde creo que está más para asistir a los
marchadores que a los bikers, aun así, paramos y nos echamos unas risas con los
soldados que nos atienden porque tienen guasa para repartir, salimos por una
rambla tras cruzar la autopista por un paso elevado y el ambiente ya es de
euforia, pero la rueda se va quedando sin aire irremediablemente y no creo que
pueda llegar a meta, a lo lejos veo que hay un surtidor tras cruzar bajo un
puente, y me desvío unos metros, inflo a tope la rueda con el compresor y ahora
sí, nos quedan los metros finales que vamos a saborear con ganas, abandonar la
rambla y aparecer en la playa con el mar de fondo, es brutal, los pelos como escarpias
y la adrenalina se sale por las orejas, los últimos metros recorriendo la arena
de la playa compensa todo lo sufrido en los 100 kilómetros anteriores, llegamos
al paseo marítimo adelantando a los marchadores que también estaban a punto de
finalizar, (estos sí son unos héroes), nos encontramos a nuestro compañero
Angel Luis, que ya ha finalizado y está viendo la llegada, y alcanzamos el arco
de meta, como siempre, de la mano con mi hermano y recibimos nuestra medalla y
nuestra sudadera de Finisher de la 1ª Edición de la Desértica.
Subidón,
emociones y hasta alguna lagrimilla se escapa, la verdad es que han sido 9
horas desde que salimos esta mañana, pero se me ha pasado el día muy rápido, no
he tenido esa sensación de sufrimiento que me acompaña en otras pruebas, hemos
disfrutado del ambiente, del paisaje, de los amigos, y por supuesto de la bici,
sigo pensando que para la caña que le pegamos, nuestras máquinas son mejores que
nosotros, he disfrutado como siempre en las bajadas, pero lo que es más
increíble, es que ¡¡¡HE DISFRUTADO COMO NUNCA en las subidas!!!, como comentó
mi hermano, esta prueba es tan atípica, que hemos ido adelantando compañeros
subiendo, jajaja.
La
organización de lujo, en todos y digo bien, todos los cruces había
señalizaciones y en el 90% de ellos se encontraba un legionario dando
indicaciones, la bolsa del corredor muy generosa, la medalla, camiseta,
maillot, sudadera, todo de gran calidad y por supuesto el ambiente reinante
entre los participantes muy acogedor, por supuesto, no puede compararse con lo
que se vive en Ronda, pero es lógico teniendo en cuenta que se trata de una
ciudad mucho más grande, pero aún así, te sientes arropado por la organización.
Sin
duda alguna, la experiencia ha sido muy gratificante, salvo por la caída de mi
hermano, pero eso son gajes del oficio, dios mediante, si la agenda y la
circunstancias lo permiten, volveremos a repetir sin ninguna duda.