miércoles, 21 de abril de 2010

II Ruta "Villa de Herencia"

Domingo 18 de Abril, mira que el tiempo pintaba feo los días anteriores, mira que las previsiones meteorológicas eran nefastas, mira que todo el mundo decía que nos íbamos a mojar, pues bien, aún así, 4 gigantes 4, Felipe, Jose, Javi V. y Manolo, desafiamos la lógica humana y nos fuimos hacia Herencia para tomar parte de la segunda edición de la Ruta Villa de Herencia, organizada por nuestros Amigos del Plato Grande.

¡Pues no estamos tan locos! O a lo mejor sí, pero el caso es que allí había muchos más locos como nosotros, en total casi 200 bikers, y muchos conocidos, desde los más cercanos, Angel Luis y José Andres del Tricriptana, David y sus Repabike, Fran (Rutas por Alcazar que fue desde allí en bici), algunos chicos del Triatlón de Alcázar y muchos, muchos más alcazareños (creo que después de los herencianos fueron los más numerosos), Javi de Pedro Muñoz, Cosme de Miguel Esteban, pasando por los más lejanos como los Membribike (con Vicente a la cabeza, literalmente, está hecho una “bestia parda”), los Abrojos con Clemente, of course, los amigos de Daimiel (Zorribike), de Villarrubia, de Madridejos, etc, etc. hasta los de las “afueras”, Dalopo (Mammoth) y Jero (Altillo de Rivas) y por supuesto, Toni, Molly, Mariano, y otros amigos más del Rutómetro de Villajoyosa... en fin, que estábamos como en casa, rodeados de buenos amigos, y dispuestos a pasar una buena mañana de MTB, y claro, el tiempo se hizo eco de nuestras ansias de bici y nos dejó totalmente libre el camino, el sol de fuera, una temperatura agradable y sólo unas cuantas gotas para refrescarnos a media mañana.

Así pasadas las 9, nos pusimos en marcha, después de dar la típica vuelta por la población para hacer un poco bulto, salimos entre las sierras que separan Herencia y Puerto Lápice, este año al contrario que el año pasado, se hace más llevadero y vamos justo por el valle que se forma entre la llamada Sierra La Sevillana y la que se queda a la izquierda donde está el Pico El Navajo, a estas alturas de la ruta, el tiempo y los kms. pasan volando entre las charlas con los amigos y el buen tiempo que nos está haciendo.

Caravallo (la revelación de Bolaños)... Vicente, que no le quita ojo, no sea que...
Camino de P. Lápice..... Toni conversando con los Abrojos...
Todos juntitos... de momento...

Vaya día bueno que nos salió...
Llegamos a Puerto Lápice, que lo cruzamos en plan “vuelta” por la antigua nacional, y giramos a la izquierda, esta vez no subimos a la ladera de los molinos, le pillamos un poco de vuelta y vamos más lejos por el Camino de la Casa de los Machos (nombre premonitorio de lo que nos espera), así volvemos a girar a la izquierda y nos dirigimos a la Sierra Luega, esto ya me lo conozco, jeje, estamos en territorio “comanche” menos mal que es tramo controlado sino, más de uno seguro que se lanzaba como un lobo a por los compañeros, llegamos al punto anecdótico del día, en la Casa de Don Luis, el arroyo baja hasta arriba de agua, y aquí empieza la disyuntiva, ¿mojarse sí?¿mojarse no?, unos cuantos se lanzan a vadear el río como los cowboys con Rio Bravo, los menos atrevidos (incluido un servidor) nos valemos de un puente rudimentario que han habilitado, imagino que los habitantes de la zona, para sortear el agua, tiempo habrá de mojarse si se pone a llover, más adelante el camino vuelve a estar estancado, es decir se ha formado un estanque y hay que sortearlo, so pena de meterte en él y acabar o bien en el suelo por una caida, o bien de barro hasta las cejas, así que pie a tierra y a cruzar a patita de nuevo, así sin más imprevistos llegamos a un claro del camino, donde se bifurca para lo que va a ser el primer tramo libre del día, la subida del Tuerto, un Premio de la Montaña

El puente sobre el rio güay...
Los nerviosos esperando la salida...
Comienza la ascensión... pasada por agua...
para una subida de unos 3 kms. y bastante buen firme, así que no se hace muy dura, está claro que los galgos se han puesto en sus puestos para salir zumbando, el resto nos lo tomamos con más calma, yo personalmente con muchísima calma, porque me habían asustado, se asciende bastante bien, y se gira a la derecha, cuando me dicen que ahora viene lo peor, resulta que es mentira, ya se había acabado lo duro, un poco de llaneo e incluso una bajadita para tomar el avituallamiento.
Aquí la primera chapuza tecnológica del día, al dejar la bici, se me cae; consecuencia, se me apaga el GPS y el cuentakms. se me pone a cero, ¡vaya por Dios!, para lo “numeritos” que soy y las manazas que tengo para la tecnología, en fin, comida, bebida, un poquito de cháchara con los amiguetes, hasta que nos vamos...
Vuelta por dónde hemos venido, volvemos a cruzar el arroyo que daba la salida en este tramo, otra vez decisión de coger bici bajo el brazo y pasar sin mojarse, la bajada evidentemente todo lo contrario a la subida, desciendo a tumba abierta, comiéndome todos los mosquitos que se me cruzaban por el camino (y eran muchos), así volvemos de nuevo a la Casa de Don Luis, a pasar por el “puente sobre el arroyo güay”, y nos vamos a Puerto Lápice, ahora sí, ahora no sólo pasamos por la ladera de los molinos, sino que subimos a ellos, menos mal que el tramo está asfaltado y se hace suave, el cachondo de Caravallo (Abrojos), me “lanza un guante” para ver quien llega a la cima, que yo disimulada e intencionadamente no recojo, y me quedo con Clemente, aprovechando el momento para inmortalizarnos.
Vaya par de "gemelos"...
Descendemos por un senderito muy coqueto y entretenido, hasta llegar a la población donde en su plaza está el segundo avituallamiento y a partir de aquí se acabó lo que se daba, aquí empieza el tramo libre final, como siempre, me entretengo más de la cuenta, que si hablando, que si haciendo fotos, que si me pongo el mp3, confiado en que aún hay gente por allí, que luego resulta que no hacía ese tramo y tomaba la alternativa corta;

Los gigantes fotogénicos, el otro ya estaba en la parrilla de salida...
... como dos gotas de agua...
total, que cuando me doy cuenta ya han dado la salida y me toca subirme corriendo a la burra y machacar bielas, craso error, el viento de frente y sin nadie a quien agarrarme, al principio enlazo con Angel (Abrojo) y vamos juntos, pero claro, taparme el viento, como que no, me lo como todo, cuando se acaba lo asfaltado y empezamos en el tramo que va de Puerto a Villarta, el pelotón ya parece el rosario de la aurora, se van formando pequeños grupos de 2/3 corredores, adelanto a alguno de ellos, giramos a la izquierda por el camino que viene de Arenas de San Juan, este me suena de cuando vinimos un domingo al repetidor, y el “jodío” va picando un poco hacia arriba, mal presagio, me empiezan a dar calambres en mi pierna derecha, levanto un piñón, y estiro un poco sin bajarme de la bici, me empiezan a pasar compañeros y aquí empieza mi calvario particular, por más que lo intento no consigo coger mi ritmo, alterno plato grande con mediano porque las molestias siguen, me animo un poco cuando me adelanta el expreso de Villajoyosa (Toni y Molly) llevando a su rueda a Dalopo, Jero, Javi, les mantengo el ritmo durante un rato, pero termino desistiendo porque veo que me rompo, así que me concentro en mis AC/DC que suenan en ese momento (qué gustazo oir You shook me all night long dando pedales), en este caso la letra le viene como anillo al dedo... “las paredes empezaron a vibrar, la tierra temblaba y yo estaba agotado”, pero agotado de verdad, a estas alturas, me paro a coger una barrita que llevaba en la camelback, me pasa el amigo Alfonso (membribike) y me pregunta que si me pasa algo, le digo: “no, son problemas logísticos”, claro, me falló la logística de las piernas, me subo de nuevo y me como la barrita, pero los calambres no se me van, acelero un poco y llegamos a la zona conocida como “La Copa”, donde se gira a la derecha de nuevo y nos dirigimos a la trialera que recorre la sierra de ¿La Pedriza?, y que se conoce como “la Senda del Frontón” aquí la zona permite un respiro, al menos para mí, porque es más técnica y las pendientes no son muy fuertes, resulta más divertido que el año pasado, puesto que este año no ha llovido y está seco, así que me animo y recupero un poco el aliento, que me lo había dejado por ahí perdido, cuando parecía que me encontraba mejor, cruzamos una carretera y subimos/escalamos otra sierrecilla, la verdad es que si la ves en el GPS, es muy poca cosa, pero el caso es que tiene una subida de infarto, (18% de desnivel) pero literal, mi pulsómetro a estas alturas tiene los dígitos más altos que un reloj de la Nasa.
Así que como el que va delante de mí se baja y pone pie a tierra, yo no tengo moral ni fuerzas para pasarlo y hago lo mismo, subo andando el trecho que me queda y una vez arriba vuelta a la burra, para bajar disfrutando, o disfrutar bajando, como querais, desde aquí la vista es alucinante y se tiene una panorámica de Herencia de vértigo, por esta zona quien comparte mis penas es el amigo Luis Miguel de Alcázar, que vamos al yo te pillo, tú me pillas, así llegamos a la carretera de Cinco Casas, donde nos caen unas gotillas para refrescar, dejamos el asfalto y giramos a la derecha para dirigirnos a la subida que tan “gratos recuerdos” del año pasado me trae, por aquí, los calambres digamos que están como en los duelos de las pelis del oeste, los miras, te miran, a ver quien desenfunda primero, es decir, me molestan pero me permiten seguir avanzando, obviamente lo de llevar un ritmo alto lo descarté hace tiempo, ya me conformo con llegar y punto, por aquí me encuentro a otro amiguete Javi de pedro Muñoz que está bajado haciendo estiramientos, yo aún no he llegado a eso, aunque quizás hubiera sido mejor, aquí se nos une Mariano del Rutómetro y los tres empezamos el camino del Picazuelo, ¡joder! Lo que faltaba, el pulsómetro ni lo miro, creo que el corazón lo escupí 100 mtrs. atrás, así que lo que marca será la hora, según ponían en el foro, sólo son 800 mtrs, pero les habrán dado de sí, porque se me hacen eternos, mira que el año pasado se me hizo duro, pero este, directamente creo que lo subí en sueños, porque tenía encima de mí tal “torrija” que lo único que veía era mi rueda delantera y el cuidado de no pisarme la lengua con ella, así hasta coronar.
Esta vez en lugar de seguir de frente para subir los molinos, a los compañeros les ha dado por llevarnos por el sendero de la cara sureste de la sierra molinera, menos mal, esto me permite recuperar la consciencia por momentos y disfrutar del sendero, suponiendo que pudiera disfrutar ya de algo, así hasta llegar a la Ermita de San Cristóbal y tomar la subida propiamente dicha, mira ¿ves? Como esta zona la hemos hecho varias veces, no parece que fuera tan dura, o al menos, piensas...¡qué bien, voy a morir en una zona conocida!, la primera rampa ya me termina de machacar, no le puedo quitar más desarrollo a la bici, porque no lo tiene, y el gemelo derecho lleva calambres para abastecer de electricidad a media población, así que nada, tranquilamente, molinillo que te crió, voy ascendiendo, se agradecen los aplausos de los que está viendo la prueba, y no sé si aplauden para animar o para que no me quede dormido sobre el manillar, así subo el repecho de los coj**es, y afronto la parte que baja, que siempre que paso por ahí lo pienso: ¿porqué narices hay que bajar para volver a subir, cuando ya estás arriba?, el caso es que como voy machacado, ni me molesto en poner plato grande, bajo dejándome caer y afronto con la poca vida que me queda la última subida, en el tramo de mayor pendiente, el gemelo salta y no puede mas, me bajo de la bici, estiro un poco, camino otro poco y me resulta más doloroso casi, andar que pedalear, así que me vuelvo a subir para terminar de una vez por todas, o la etapa o yo, pero ahí en medio no me voy a quedar, así, viendo a 2 compañeros que me precedían, que iban andando tan “rápido” (nótese la ironía) como yo pedaleando, llego al final, aún me queda fuerza para cantar el número de dorsal que se me había caído, y me lanzo de nuevo a por otra barrita porque estaba totalmente k.o.; allí, tras saludar a Jero, Dalopo y a Marcos (Moonbike), recuperar las pulsaciones que se habían perdido y hacernos unas fotos para nuestro book, nos fuimos a las duchas por el senderito travieso y juguetón de la ladera del Molino, dando por finalizada la II Edición de la Ruta Villa de Herencia.
Si no me sujeta la bici, me caigo... Jero, lo que queda de mí y Dalopo
Marcos (moonbiker)
Comida final...


Epílogo: Evidentemente, una buena ruta no es tal sin una buena comilona, así que tras el reparto de premios y trofeos varios, nos pusimos las botas con los aperitivos y la caldereta que nos obsequiaron los organizadores, quedando emplazados para el año que viene, si el tiempo y el cuerpo lo permiten. Felicitar a la organización porque salió todo a las mil maravillas, y hacer una mención especial a Javi V. que aunque no se quedó a comer, nadie le quita ese fantástico 6º puesto que hizo en el tramo libre, sólamente 116 puestos delante de mí, jeje.