Ronda, Los 101, dos palabras que
me vienen persiguiendo desde hace 4 años que intentamos conseguir dorsal por
primera vez, y que no conseguimos hasta este año, y además 7 dorsales, número
famoso, como los 7 magníficos, los 7 colores del arco iris….o los 7 enanitos,
pues bien, este año nos vamos a Ronda, 7 gigantes para disfrutar de la famosa
prueba “Los 101 de Ronda”.
Tras partir el viernes en
sucesivas expediciones por culpa del trabajo, fuimos llegando a Ronda más
repartidos que la lotería del niño, primero Jose María, Manolo y José Andrés O.
; después José Andrés C. y el que suscribe, y a última hora de la tarde los
Felipes, padre e hijo, así que tras ocupar la casa rural que habíamos alquilado
en Cuevas del Becerro, nos fuimos a disfrutar de Ronda, sus calles, sus
cervecitas, sus vistas y sobre todo, del ambiente que reina en este fin de
semana, donde quien no es ciclista, es duatleta, y quien no, es marchador que
hará la prueba a pie, así pudimos dar cuenta de la “Fiesta de la pasta”, cena
preparada por la organización en carpas militares donde dimos cuenta de los
macarrones y la ensalada de patatas al más puro estilo militar, viejos
recuerdos de la mili en lo de guardar cola con la bandeja en la mano y sentarse
en bancos corridos con otros compañeros, en fin, que lo principal lo teníamos
controlado, teníamos cada uno nuestros dorsales y mi hermano había dejado la
bolsa para la transición en el punto indicado para los duatletas, y tras un
ligero paseo nos fuimos a dormir, sabiendo lo que nos esperaba el día
siguiente.
Sábado, 6,30 h. tocan diana en
nuestra casa rural, desayuno ajustado a las necesidades que tendremos hoy, tras
las fotos de rigor, comprobar que no nos falta nada, dorsal, bicis, pasaporte
legionario y todos preparados nos
dirigimos a nuestro punto de partida, el campo de fútbol habilitado como lugar
de reunión de todos los participantes, aquí ya se nota la disciplina
organizativa, tres mesas que filtran la entrada poniendo el primer sello de
control en nuestra cartilla, y aquí se produce la primera dispersión del grupo,
Manolo y José Andrés C., se dirigen al lugar reservado para los que llevan la
equipación oficial, y el resto nos vamos donde la marabunta de ciclistas
estaremos esperando la hora H; son las 8,30 hasta las 10 h, nos dedicamos a disipar
nervios, hacer fotografías, ponernos crema solar para la que nos viene encima,
y yo personalmente, me dedico a buscar y saludar a los amigos que sabía que
estaban por aquí, Javier del Altillo, otro Javier del Mtbleganés, veo a lo
lejos a unos paisanos de Almagro, y poco más, porque el lugar se va encontrando
cada vez más lleno de gente y tampoco conviene despistarse mucho.
Las gradas son un hervidero de público saludando y tras los respectivos discursos de las autoridades y el clamor de los vivas correspondientes, se da la salida, al principio todos andando, hasta que salimos del recinto donde ya podemos ponernos encima de la bici y circulamos por las calles de Ronda para volver a detenernos a la espera del cohete que da la salida oficial.
Son
las 10,30, este año se ha adelantado la salida media hora con respecto a años
anteriores, aún así, el calor ya hace acto de presencia y te pega de lo lindo,
y así, salimos todos, cada uno a su ritmo, de momento, nosotros vamos los 4
juntos, Felipe padre e hijo, José María y yo, vemos las primeras caídas, lógico
si se tiene en cuenta, los nervios y la gente que sale como si le fuera la vida
en ello, pero en general, hay muy buen ambiente y se cruzan comentarios
animados entre los compañeros.
El
comienzo es por asfalto, pero inevitablemente este se termina y entramos en los
primeros caminos donde se hace un pequeño embudo que se resuelve sin
complicaciones, tan sólo en un par de ocasiones se llega a frenar para
descongestionar el pelotón, pero enseguida se vuelve a rodar, el firme es
irregular, existe mucho arroyo de lluvias pasadas y con tanta gente, toca
tragarse lo que te venga, no puedes esquivar casi nada, eso, unido a la
densidad de bikers que estamos hace que nos dividamos en 2 grupos, José María y
yo por delante y ambos Felipes por detrás, y ante la dificultad de mantener la
distancia con ellos, en el primer avituallamiento que nos agrupamos, decidimos
mantenernos así durante la carrera, al menos vamos de 2 en 2 por si hubiera
algún incidente que nos podamos echar una mano como buenos amigos, jeje.
Este primer tramo se hace sin dificultad, nos dirigimos al campo de maniobras de Las Navetas o algo así, donde transcurrimos rodeados de encinas y monte bajo, y para nuestra sorpresa, descubrimos que hay en el centro un circuito de velocidad para coches que se encuentran entrenando en ese momento, así descubro el ruido de motor que nos acompañaba y que me traía intrigado desde unos momentos, la velocidad es alta, nos movemos en torno a los 25 kms. Y comento con Jose Mª la opción de no aumentar el ritmo, puesto que vamos bien con los compañeros que nos rodean, y hay que tener siempre en cuenta, las recomendaciones que nos han hecho, “no cebarse en los primeros kilómetros”, puesto que luego se puede pagar caro, aún así y todo, vamos adelantando a bikers poco a poco, a estas alturas mi cuentakms. ya ha hecho de las suyas y ha dejado de funcionar de manera intermitente así que no sé la distancia que llevamos, le pregunto a un compañero y me dice que 28 kms, esto no ha hecho más que empezar.
Salimos
de la zona de maniobras y nos encaminamos a la localidad de Arriate, de momento
seguimos juntos Jose Mª y yo,...bueno y cientos de bikers con nosotros, al
final vas hablando con los que van a tu lado, o delante, o detrás, y como de
momento vamos sobrados de fuerzas y de ánimos, se hace muy llevadero, en esta
población, vemos otra caída por culpa de la gravilla en una curva de asfalto
que se baja a demasiada velocidad, por suerte, sin consecuencias graves, y tras
abandonarla, nos encaminamos a la primera prueba dura del día, la subida por la
Sierra de las Salinas, aquí tenemos la típica subida con las curvas cerradas
donde se producen las primeras situaciones de “empujing” que se darán a lo
largo del día, muchos compañeros no aguantan el desnivel y ponen pie a tierra,
así el camino se convierte en un carril para peatones a la derecha y un carril
bici para la izquierda.
A
estas alturas ya he acabado con el bote de sales que tenía desde el inicio y lo
he rellenado un par de veces con isotónica en los avituallamientos, y como
perro viejo que soy, voy comiendo poco a poco, tanto plátanos, naranjas de los
puestos, como alguna barrita que llevo de las mías en el maillot; comenzamos la
primera ascensión seria, José María, obviamente me va dejando detrás, como sube
el “jodío”….pero a mi ritmo voy bastante bien, las pulsaciones estables, no
quiero pasarme que queda mucho, y sobre todo, me anima ver que voy adelantando,
en la medida de lo posible, a bastantes compañeros, no sólo porque vayan
andando, sino a los que van montados pero con un ritmo menor al mío, así damos
un par de curvas cerradas que son las que aguantan el mayor desnivel, y en una
de ellas me encuentro con mi hermano, qué alegría, eso es buena señal, porque
él salió con la equipación oficial antes que nosotros, le digo que se pegue a
mi rueda y subamos juntos, pero me dice que no, que no se encuentra bien y
prefiere seguir a su aire, así que sintiéndolo mucho, me alejo poco a poco de
él, hasta que terminamos la ascensión y arriba veo a su compañero José Ignacio,
con el que está haciendo la prueba, le indico que viene 200 metros por detrás y
se queda a esperarlo, en el pequeño llano que tenemos por el Puerto del Monte,
alcanzo de nuevo a Jose María y seguimos a nuestra marcha.
Terreno
favorable en el desnivel y muy buen firme, se avanza rápido y sin problemas,
hasta que alcanzamos Alcalá del Valle, aquí estamos advertidos por los amigos,
si te ofrecen un gel de la organización, “cógelo que te hará falta”, dicho y
hecho, nos encontramos con un punto de control y avituallamiento donde nos
ofrecen un gel, no me lo pienso, directamente, lo abro y me lo enchufo, pero
¡tate! Una pared enfrente nuestro se emerge a 200 metros tras girar una
esquina, no tiene mucha longitud, pero el desnivel tiene que ser cercano al
30%, me viene a la memoria las rampas hormigonadas del Monte Aa del Soplao, y
tiene que ser similar, solo que esta es lineal y ves el final, bueno lo de
verlo es un decir, pero al menos, la gente que hay animando y los compañeros
que van delante te sirven de referencia, así que nada, Manolo, a poner en
marcha la reductora y tomartelo con calma, quito todo el desarrollo, y así a
molinillo voy subiendo, si antes iba gente andando, ahora ni te cuento, de cada
4, 3 andando y 1 subido, agacho los riñones para equilibrar (al día siguiente
me acordaría de estos momentos) y pim pam, pim pam, caminito de la cima, tengo
suerte porque no me molesta nadie y puedo terminarla sin bajar de la bici, en
los últimos 50 metros, el corazón me sale por la boca, pero el subidón moral de
hacerlo y los ánimos de los espectadores, hace que ni me plantee tirar la
toalla, ¡faltaría más!, llego a la cima y lanzo una exclamación, mezcla de
alegría, rabia y sobre todo satisfacción por haberlo conseguido, contento, he
superado la primera “obsesión” que llevaba en la cabeza y con ella mi
objetivo, bajarme lo menos posible. De momento todo va según lo previsto.
Me
vuelvo a reagrupar con mi socio de ruta y avanzamos nuevamente con una
velocidad alta, entramos en una zona alucinante, el calor ya va haciendo mella
en los cuerpos, pero aún se puede soportar, el camino tiene sus partes con
dificultades pero en general es muy
facilito y disfrutamos del momento, no sé la distancia exacta porque el cuenta
funciona cuando quiere, pero sabemos que no vamos muy mal de tiempo y las
fuerzas están casi intactas.
Increíble,
apoteósico, espectacular, no sé que adjetivo poner cuando llegamos al pueblo de
Setenil de las Bodegas, si ya de por sí , la zona es preciosa, la carretera
transcurre por mitad de la población que tiene la particularidad de estar
construida bajo la montaña, con unos balcones de roca inmensos, a eso le
tenemos que añadir la muchedumbre que hay concentrada allí, el aplauso y el
clamor es unánime, parece una llegada del Tour, te pone la piel de gallina, y
como dice una compañera que va a mi lado, “esto te da un subidón que te pone
las pilas a tope”, repito, no se puede describir lo que se siente, cuando pasas
y todo el mundo está aplaudiendo, animando, haciendo fotos…y tomándose sus
cervecitas, porque lo que hay en los lados de la carretera son bares, pero en
fin, ha sido uno de los momentos más bonitos de la ruta,
y aquí tras cruzar el
río por unas pasarelas llegamos al punto
de avituallamiento número 12, sólo nos quedan 8, eso es buena señal, ya “hemos
mediado”…sí eso es sobre el papel y en la distancia, lo que no sabía era lo que
nos esperaba después.
Aquí
reponemos de nuevo, líquido, fruta y una bolsa de pistachos, de los que
promociona Cavendish, que me guardo para luego, porque no me apetecen en este
momento, y tras recuperarnos un poco y hacer un par de fotos, salimos del
pabellón donde está montado dirección al cuartel, nos advierten unos compañeros
de la zona, que queda lo peor hasta el cuartel, y llevan razón, se comienza
ascendiendo por un tramo asfaltado sin ninguna dificultad, se vuelve a
descender, es la tónica del día, subidas y bajadas, menudo rompepiernas… hasta
que llegamos a la madre de todas las cuestas, al principio no parece tener
mucho desnivel, pero según se avanza se va agarrando a las ruedas como ella
sola, los compañeros que ponen pie a tierra son incontables, tiene cierto grado
de dificultad por los arroyos que parten el firme y las piedras y las ramas que
hay que ir sorteando, y a eso añadimos todos los bikers que estamos, a los que
adelantas que van andando, los que te adelantan a ti subidos con más ritmo, que
son los menos, y yo me conformo con ir detrás de un grupo que vamos en fila de
a uno y con un ritmo parecido, aunque las fuerzas van escaseando y cualquier
percance hace que, o pones el pie, o aprietas más para esquivarlo, sea
un arroyo, sea un bache, o un biker que no puede más, me mantengo detrás de un
compañero que lleva puesto “Raul” en su culotte, y le digo….”Raul por tu padre
no te pares”, la cuestión es que me hace caso y vamos superando a todo el que
se va apartando y nos mantenemos encima de la burra, hasta que en un momento
dado, hace ¡bum!, no literalmente, sino que se para y se convierte en
viandante, y obviamente, yo con él….primer asalto perdido, a estas horas el
calor es asfixiante y mis pulsaciones están tocando techo, así que decido
caminar un poco para que la caldera se refrigere y las revoluciones
vuelvan a la normalidad, una vez recuperado, vuelvo a incorporarme al carril
ciclista y abandono el de vehículos lentos, hasta coronar la cima, allí, de
nuevo Jose María, esperándome con una sonrisa y una cara de satisfacción que no
podía con ella, estamos disfrutando como críos, seguimos el ritual, bebida,
rellenar el bote, y comer fruta y alguna barrita, después de una foto con el
Cabo González que estaba de animador, nos lanzamos en busca del cuartel, aquí
ya no hay subida, solamente repechos continuos, mantengo conversación con un
par de duatletas que me cuentan que los calambres los matan y no tienen muy
claro si podrán continuar, eso hace que me acuerde de mi hermano que viene
detrás, ¡uff!, me da por pensar si tuviera que correr a pie yo ahora y solo de
pensarlo me duelen las piernas más aún; así tras una bajada bestial, en las que
los frenos hacen su función hasta que un olor a pastilla quemada reina en el
ambiente, llegamos al cuartel.
Esto
ya va teniendo otro color, todo el mundo está contento, en teoría quien llega
hasta aquí, llega a la meta en el tiempo previsto, pero claro, quedan aún 23
kms. Y precisamente son los más duros, así que aprovechamos para comer el menú
que tenían preparado, arroz y hamburguesa, y otro plátano de postre (ya no sé
los que llevaré comidos hoy), nos relajamos y comemos tranquilamente, aquí la
organización tiene dispuesto un servicio de fisioterapia para quien lo solicite
(un punto a su favor).
Nos
reencontramos con los Felipes, cuando ya salíamos, así que nos quedamos
hablando con ellos un rato, hasta que decidimos ponernos en marcha, que entre
unas cosas y otras hemos estado una hora y media vagueando, con eso de que
íbamos bien, nos lo hemos tomado con mucha relajación, y ahora arrancar se hace
más cuesta arriba, literalmente, porque salimos subiendo, se cruza la vía del
tren, giramos a la derecha, tras pasar por debajo de un puente adelantamos a
dos duatletas con el mono del Trijote Series y los saludamos con alegría al ver
a los paisanos, y aquí se acaba lo bueno, lo que sucede a partir de aquí, ya
roza el terreno de lo épico, vamos ascendiendo y abriendo paso entre gente
caminando, con o sin bici, aquí es indistinto, la mayor parte de los compañeros
van arrastrándose por el camino, estamos en la famosa “Cuesta de la Ermita”,
donde el calor agobiante y las fuerzas justas hacen mella en todos, por aquí ya
se empieza a ver compañeros que están a la sombra de algún árbol, o
directamente tumbados en alguna zona confortable, otros tantos seguimos
avanzando, Jose María se va alejando poco a poco, no puedo seguir su ritmo subiendo,
y tras un giro de 90º a la izquierda donde empieza la tortura de verdad, lo
pierdo de vista y ya no lo veré hasta la meta, mi cuerpo responde, no tengo
calambres, estoy descansado (dentro de lo que cabe), así que a mi ritmo de
caracol sigo ascendiendo, nos cruzamos con una ambulancia que viene contra
dirección, mal asunto, pero no decae el ánimo, comparto un buen tramo con un
compañero de los “hormigas verdes”, este va haciendo la goma, se baja, lo
pillo, se sube, me pilla, así un buen rato, hasta que una de las veces que se
baja ya no vuelvo a verlo, y en un repecho de infarto donde el firme es muy
irregular y las fuerzas pocas, se me levanta la rueda delantera y hace que
ponga el pie a tierra, y ya no soy capaz de volver a iniciar el ascenso, así
que me aparto un poco del camino, dejo la bici, me tomo una barrita de la
camelback y bebo agua por enésima vez, y tras un pequeño respiro, comienzo la
ascensión final, son sólo 400 metros hasta la cima, pero los hago andando, mal
asunto, la cabeza me empieza a martillear que eso no era lo previsto, que tenía
que haber seguido, pero por otro lado, no tiene sentido machacarse, lo
principal es avanzar, sea andando o en bici, y eso hago, así hasta que llegamos
a un pequeño llano donde el camino se convierte en senda y esta nos lleva a los
pies de la famosa ermita, aquí hay una concentración de bikers recuperando
fuerzas, pero yo me lanzo en pos de la bajada, en dos palabras...¡¡¡vaya
pasada!!!, tanto por la dificultad como por la belleza, es una antigua calzada
romana donde los frenos echan humo, curvas muy cerradas y en mal estado, hay
que llevar la concentración al máximo porque una caída es lo más probable que
te suceda, y no es plan de dejarnos la piel por esta zona, pero disfruto una
barbaridad, cuando llegas abajo, los antebrazos están agarrotados de hacer
fuerza, pero en cuanto se toca asfalto y llegamos al punto de avituallamiento,
el ánimo cambia y vuelvo a coger fuerzas, saludo a Jose Ignacio, menudo bicho,
haciendo el duatlón y lleva el mismo ritmo que yo con la bici, y vuelvo a
rellenar los depósitos para seguir mi marcha, ahora todo es bajada y por
carretera, el tiempo está dentro de lo previsto, pero a José María ya no lo
pillo, eso seguro, y tras ir durante un par de kilómetros muy relajados por buen
firme, nos encontramos con la penúltima emboscada, lo que alguien ha llamado
“la senda imposible”, de repente, se abandona el camino y se gira a la derecha
para coger una senda de cabras, donde es imposible ir subido encima de la bici,
si alguien lo ha hecho subido, es para quitarse el sombrero, piedras enormes y
raices por todas partes, hace que parezca una marcha de senderismo, todos, y
digo todos, vamos a pie, unos con bici y otros sin ella, y además en continua
ascensión, esto es la puntilla para muchos, que en cualquier rellano o zona más
amplia, se apartan y se sientan a descansar, yo pienso que más vale avanzar por
poco que sea, que sentarse y arriesgarse a que aparezcan los calambres, así que
como una procesión vamos en fila de uno ascendiendo por el monte, hay que
reconocer que la zona es preciosa, los árboles te mitigan un poco el sol, que
justo lo tenemos en la espalda y calienta de lo lindo, pero hasta que no
alcanzamos la altura suficiente para dar paso a un páramo de vegetación, no
somos capaces de poner el culo en el sillín.
Se
aprovechan las fuentes naturales que nos encontramos para reponer líquidos y
conseguimos pasar a lo que empieza de nuevo a ser un camino, aunque sin por
ello, dejar de ascender y de ir perdiendo fuerzas a cada paso y pedalada que
damos, parecemos un grupo de famélicos bikers que lleven vagando por el monte
días, y sin embargo mi reloj marca las 7 de la tarde, y no tengo referencia de
lo que nos queda, nos cruzamos con un teniente que va caminando en dirección
contraria seguido de otra ambulancia y nos comenta que aún nos quedan un par de
kilómetros hasta llegar al avituallamiento del Km. 92, eso no sé si nos da
ánimo o nos lo quita, porque el compañero que venía a mi lado, se aparta y se
sienta a descansar, yo continuo hasta tocar techo en el cerro y diviso a lo
lejos, las tiendas de campaña del avituallamiento, aquí decido quemar todos mis
cartuchos, las piernas me abrasan del sol, mejor dicho, los gemelos, el sol lo
tenemos en la espalda y nos castiga inmisericorde, me quito el casco, me vacío
lo que me queda del bote en la cabeza para refrescar, me tomo 2 geles que me
quedaban, y magnesio para los calambres y me bebo el agua restante de la
camelback, a simple vista, será 1 kilómetro lo que hay hasta el avituallamiento,
y tenemos unos 200 metros de bajada, así que poco puede ser, y me lanzo, con
cuidado por los compañeros duatletas que bajan andando, y con las pocas fuerzas
que me quedan asciendo hasta la cisterna del avituallamiento, allí me encuentro
con 2 compañeros con un suero intravenoso por deshidratación que están
esperando que vengan a recogerlos, qué crueldad, a falta de 9 kms. para acabar
y ellos ya han finalizado su ruta sin poder entrar en meta, pero esto es así,
nadie dijo que fuera fácil. Bebo hasta la saciedad y relleno de nuevo, bote y
camelback, y me llevo otra de las alegrías del día, asciende por la cuesta mi
amiga Yolanda, qué subidón, me dice que va muy bien y cree que está en buena
posición en su categoría, así que ella no para y se marcha, prometo intentar
verla al finalizar y hablar tranquilamente, yo una vez repuesto, vuelvo a
cabalgar para hacer el tramo final, a los 200 metros están las tiendas que yo
había visto y ahí, vuelvo a comer fruta y beber aquarius, esta vez ya es lo
último, ahora sí que hay que echar el resto, tras pasar el último control del
pasaporte donde los legionarios están a sus anchas, porque ya no hay la
aglomeración de los primeros kilómetros, comienzo otra bajada épica, las
piedras y los arroyos campan a sus anchas por el camino que descendemos, y en
mi locura voy adelantando a todo el que se me pone por delante, entre otras
cosas porque las pastillas del freno de atrás hace tiempo que dejaron de hacer
su efecto y voy cogiendo velocidades considerables, en una de esas bajadas me
vuelve a saludar Jose Ignacio, el duatleta, no sé cuando me adelantaría, porque
como digo, he tenido momentos de auténtico sufrimiento y con tanta gente no me
he dado cuenta, ahora sí, vuelven las cuestas, pero el camino es bueno y se
pueden ascender sin problemas, llego al desvío de duatlón y mtb, y en el último
avituallamiento, me indican que ya está hecho, estamos en el Puerto de la
Muela, y sólo queda la famosa cuesta del cachondeo, la emoción empieza a
florecer, las piernas empiezan a ser lo que tienen que ser y la moral se eleva
de nuevo, con la confianza de que está conseguido, que sólo queda la última
batalla para llegar, se desciende de nuevo, para quedarnos a los pies del
cortado de Ronda, donde la carretera va serpenteando y los compañeros son más
escasos que hace unas horas, hasta que tras cruzar un pequeño arbolado, me
encuentro el órdago final, la cuesta con mayúsculas, aquí se aprecia
perfectamente el desnivel que tiene, sobre todo porque el 90% de los bikers van
empujando su bicicleta, además se añade el firme que es adoquinado con
guijarros y hace que sea muy incómodo coger el ritmo, existen una serie de
curvas, y en una de ellas alcanzo a Yolanda, le digo que se anime y que vamos
hacia arriba, me cuenta sus penurias con las pastillas de freno y se queda
detrás, yo me mentalizo, esto es cuestión de pulmones y cadencia, así que me
concentro en el pedaleo, intento evitar a aquellos que andando se cruzan de un
lado a otro para no perder ritmo, y poco a poco, voy subiendo, ni me planteo
parar a hacer una foto, el paisaje y la ocasión lo merece, pero mi cámara
debido al calor y al sudor, hace un tiempo que dejó de funcionar, así que no
hay nada que me despiste, curva a la izquierda, curva a la derecha, compañeros
andando, otros haciendo fotos, uno incluso tumbado en la propia cuesta, así
llego hasta el famoso Tajo de Ronda, lo contemplo unos segundos, pero sigo mi
camino, curva a la derecha, hay gente animando, al fondo se distingue ya el
final con las casas que anuncian la cercanía de la población, en este momento,
me adelanta una chica, que lleva un ritmo mejor que el mío ¡olé por ella! Y un
espectador se pone a mi lado, como si en el Tour estuviéramos para animarme,
para decirme que ya está hecho, el tío va corriendo a mi lado e incluso me
empuja en el sillín y me dice “¡sí señor, con dos cojones, ya es
tuya!”....¡buah! me pone la piel de gallina, me da un subidón de rabia, fuerzas
y moral, que cambio piñones, me pongo en pie sobre la bici, y en cuanto giramos
a la izquierda para dirigirnos a la avenida principal, pongo el plato grande y
acelero con todas mis fuerzas, me coloco sobre el manillar y avanzo a todo lo
que dan las piernas, adelantando a todo el que se encuentra por delante, no es
por llegar antes, no es por hacer menos tiempo, es por la explosión de júbilo y
rabia a partes iguales por saber que lo estoy logrando, que estoy acabando, que
ya nada me impide cruzar la meta, todos los pasos dados a pie por el monte,
todas las pedaladas que se han dado en la ermita, todos los baches que se han esquivado,
todo eso, queda atrás, lo único que veo ahora es la calle llena de gente
aplaudiendo, animando, silbando, coreando a todos los que llegamos, cientos de
bikers y marchadores que nos hemos dejado el alma por la sierra y que después
del sufrimiento, estamos ahí, a punto de cruzar la línea de meta.
Distingo
entre la jauría alguien que grita mi nombre, pero no logro adivinar quien es,
imagino que mis amigos que ya están allí, y entro en la Alameda con el alma
desbordada de satisfacción, en ningún momento se me pasó por la cabeza no
acabar esta prueba, pero visto a través de los kilómetros la de compañeros que
no pueden decir lo mismo, me invade un cierto orgullo, último sello de control
en la llegada, delante está la compañera que me adelantó en la cuesta, nos
damos la enhorabuena mutuamente, son las 8,10....mi pulsómetro márca 8,07 h. de
pedaleo efectivo, mi tiempo total según la organización son 9,24 h. No está
mal, después sabré que mi puesto es el 1.519, un buen número, mi objetivo nunca
es tardar poco, sino acabar, y sobre todo disfrutar, aunque para ello haya que
sufrir, y como todo va unido, en esta ocasión he disfrutado y sufrido muchísimo,
pero...¿no se sufre todos los días?.
PD: Es una locura, lo sé...pero si Dios quiere, el 2015 volveré....y si puedo, en modalidad duatlón.
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